No muchos niños pueden decir que llegaron a lanzar un pastel de crema a la cara de su director de escuela. Pero algunos niños afortunados de la Escuela Primaria de Roanoke Avenue pudieron hacer precisamente eso el pasado viernes por la tarde, cuando el director Thomas Payton se llevó sus “tartazos” después de perder el desafío de la Semana de Lectura contra los estudiantes de las clases desde kínder hasta 4º grado.
Payton desafió a su alumnado a leer por 100,000 minutos durante la Semana de Lectura, y los estudiantes estuvieron a la altura del desafío. De hecho, estuvieron a la altura con más de 41,000 palabras en exceso del objetivo impuesto por el director.
“Esa es un cantidad de minutos más alta que he visto nunca,” dijo Payton a los estudiantes, quienes se reunieron en el auditorio para el esperado festival de tartas. “Estoy sorprendido,” comentó el director.
Luego, cuando el auditorio se llenó de cantos jubilosos de “¡Tarta! ¡Tarta! ¡Tarta!” Payton, vestido para la ocasión en una camiseta y pantalones jeans en lugar de su típico traje y corbata, se sentó en el centro del escenario.
Los primeros en salir fueron los niños de kínder de las clases de la Sra. Jiminez y la Sra. Barth, que empataron con 3,764 cada una. El trío de estudiantes escogidos por los profesores para hacer los honores subieron al escenario llevando cada uno su propio pastel: un merengue de limón grande y esponjoso traído a la escuela por Fátima estudiantes de la clase de la Sra. Bath.
Sin embargo el director no tuvo mucha oportunidad de disfrutar del dulce embadurnado en su cara por los estudiantes de kínder, ya que los estudiantes de primer grado en la clase de la Sra. Jaeger, los de segundo grado de la clase de la Sra. Tuohy, los estudiantes de tercer grado de la clase de la Sra. Verbeck y los de cuarto grado de la clase de la Sra. Weber, no perdieron el tiempo e hicieron la fila para seguir haciendo lo mismo. En rápida sucesión, lanzaron tartas de nata a la cara de Payton, y los estudiantes de cada grado mostraron más entusiasmo y audacia en la tarea.
Justo cuando Payton pensó que se había limpiado hasta la última parte de nata de la cara, apareció Tippy Macksel, una empleada del la escuela Roanoke desde hace 28 años que planea retirarse al final del curso escolar.
“He estado esperando ocho años para hacer esto,” bromeó Macksel, refiriéndose al periodo en el que Payton ha sido director del edificio en Roanoke, habiendo sido transferido desde la Escuela de Phillips Avenue.
Cada año, Payton se ingenia un nuevo y disparatado truco para presentar a sus estudiantes como premio si logran el objetivo de la Semana de Lectura. Se ha vestido con un disfraz de gallina y bailado el baile de la gallina en el escenario. Ha sido pegado a a la pared con cinta adhesiva por los estudiantes. Incluso se ha afeitado la cabeza y con una etiqueta que ponía “LEER”. Y a lo niños les encanta.
El director es, sin lugar a dudas, el residente de mejor humor del Distrito Escolar Central de Riverhead, y hará cualquier cosas para animar a sus estudiantes a leer.
“Recuerden, la lectura no se detiene cuando acaba la Semana de la Lectura,” le dijo Payton a sus estudiantes después de haberse limpiado. Todo el cuerpo estudiantil estalló repentinamente en coro diciendo “¡Leer! ¡Leer! ¡Leer!” y ese era todo el propósito de “¡Tarta! ¡Tarta! ¡Tarta!” desde un principio.
Bien jugado, Sr. Payton y profesorado de Roanoke. Bien jugado.