Un nuevo centro para trabajadores rurales ha abierto en Riverhead, con el objetivo de proporcionar un lugar en la comunidad para trabajadores, por trabajadores, para empoderarse a sí mismos.
CASA (Centro de Alianza, Solidaridad y Acompañamiento), ubicado en el 573 de Roanoke Avenue en Riverhead, está abierto a todos los trabajadores del East End, independientemente de su origen étnico, y es la culminación de una colaboración entre trabajadores rurales locales, Ministerio Rural del Migrante, la Diócesis Episcopal de Long Island, que ha prestado el sitio, la Iglesia Episcopal Grace, y la iglesia Presbiteriana de Long Island.
Compuesto por un consejo de aproximadamente 12 miembros de diferentes orígenes, ellos son quienes deciden cuales son los programas que más se necesitan en la comunidad.
“Tenemos miembros en el consejo de Guatemala, El Salvador, incluso personas indígenas, y se hablan al menos tres idiomas,” dijo el coordinador del Ministerio Rural del Migrante de Long Island, Nathan Berger.
Juan Antonio Zuñiga, un residente de Mattituck y miembro del consejo de CASA, explicó que varios trabajadores rurales habían formado un grupo hacía años con la ayuda del Ministerio Rural del Migrante, en un esfuerzo de organizarse y hablar sobre los temas que les afectan, pero sin un sitio estable donde reunirse fue difícil inspirar a otros a unirse.
“Tener un centro [donde reunirse] marcará la diferencia,” dijo.
Ananias Canel, también miembro del consejo CASA, dijo que para que el centro sea exitoso, la contribución de los trabajadores rurales locales es esencial.
“Estabamos buscando un lugar donde pudiéramos formar una comunidad, no basada en ninguna religión, pero un lugar donde las voces de las personas puedan ser escuchadas, donde podamos educarnos, aprender sobre nuestros derechos y responsabilidades y encontrar nuestras identidades como trabajadores rurales viviendo en el East End,” comentó.
El centro ofrecerá diferentes tipos de programación: desarrollo de liderazgo, cooperativas, como hablar con aliados, talleres de justicia para trabajadores agrícolas, capacitación en OSHA (Administración de Seguridad y Salud Ocupacional), talleres mecánicos, clínicas de inmigración y clases de inglés (ELL – English Language Learner).
“Lo bueno de tener éste centro es que es un esfuerzo de la comunidad,” dijo Berger. “Es diferente porque es un grupo local de personas quienes se han unido para crear soluciones a problemas en sus propias comunidades.”
El Ministerio Rural del Migrante, una organización sin ánimo de lucro que es un convenio de cinco denominaciones de iglesias diferentes, atiende a las comunidades rurales migrantes y ha realizado un trabajo extensivo por todo el estado. La organización opera ya centros en el oeste de Nueva York, los Catskills y el valle de Hudson.
El Ministerio Rural del Migrante llegó por primera vez a Long Island hace tres años con la campaña “Justicia para trabajadores agrícolas,” un movimiento estatal educativo y legislativo que busca otorgar a los trabajadores agrícolas los mismos derechos que cualquier otro trabajador recibe en Nueva York.
“Al venir aquí y presionar a los políticos, hemos aprendido que hay una gran población de trabajadores agrícolas en el East End,” dijo. “Comenzamos a escuchar sus historias y nos dimos cuenta que no tenían un centro que realizara el trabajo de buscar justicia y ofrecer a la comunidad un lugar para ellos.”
Trabajar en los vastos campos agrícolas del East End no es un trabajo fácil, comentó Berger. Históricamente en desventaja comparado con otros tipos de trabajadores, los trabajadores agrícolas trabajan duro, durante largas horas, especialmente en el verano cuando el calor puede ser agotador, seis días a la semana, a veces más, con un salario mínimo y sin pago de horas extras, discapacidad o un colectivo que negocie sus derechos.
“Me duele saber que no tenemos los mismos derechos que otros grupos de trabajadores,” dijo el miembro del consejo de CASA y trabajador agrícola Boris Martínez. “Contribuimos en la economía, pagamos impuestos como todo el mundo, sin embargo somos tratados como inferiores, aunque sin nosotros no habría comida en la mesa de la gente.”
Martínez, quien participó el año pasado en la Marcha por la Justicia del Trabajor Agrícola — una marcha de más de 200 millas desde Smithtown hasta Albany organizada por el Ministerio Rural del Migrante, varias iglesias y portavoces de la comunidad y trabajadores — dijo que la labor de un trabajador agrícola no es suficientemente apreciada y que CASA los ayudará a identificar y tratar los problemas que les afectan.
“Muchos trabajadores viven con un miedo constante, por ejemplo, miedo a no entender o que lo entiendan debido al idioma, miedo a ser despedidos, miedo a que sus familias sean deportadas,” explicó.
Según un informe realizado en 2015 por la Auditoría del Estado de Nueva York, el trabajo agrícola es de suma importancia, y sin él, la economía sufriría inmensamente.
Long Island tiene 659 granjas y aproximadamente 39.000 hectáreas de terreno agrícola, la mayoría en el condado de Suffolk, según detalla el informe. La región ocupa el primer lugar en el estado para la acuicultura, así como también cultivos de viveros y césped. El condado de Suffolk ocupa el tercer lugar en el estado de las ventas agrícolas en general, y es además una región vinícola oficial, con 90 bodegas.
La Diócesis Episcopal de Long Island se comprometió a asociarse con el Ministerio Rural del Migrante para crear un centro ministerial en la iglesia Grace de Riverhead como un núcleo para progresar con el trabajo de la organización y asistir a los miles de jornaleros, trabajadores agrícolas y obreros en la diócesis, especialmente en el East End, según explicó Su Gracia el Reverindísimo Lawrence Provenzano, obispo de la diócesis.
“Los jornaleros, trabajadores agrícolas, y obreros de nuestro entorno trabajan sin beneficios, sin protección legal, sin derechos laborales, sin atención médica, en viviendas de baja calidad, con desventaja lingüística y cultural. Estos hijos de Dios están viviendo hoy la pesadilla que mis abuelos, y sospecho que muchos de vuestros abuelos, vivieron a finales del siglo pasado y más recientemente inmigrantes del Caribe y partes de Asia y África,” dijo Provenzano en su discurso en la convención diocesana el pasado año. La asociación de la iglesia con el Ministerio Rural del Migrante en el centro para servir al East End, “ nos ayudará a vivir en la plenitud de nuestro llamado a servir a Cristo en todas las personas,” dijo el sacerdote.
Berger añadió que CASA aún está en proceso de expansión e instó a la comunidad a unirse y formar parte.
“Es gratuito y abierto a todo el mundo,” dijo. “Debemos estar unidos.”